25 de mayo de 2008

El sabueso de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle

Para muchos se trata de la mejor novela de Conan Doyle sobre su más célebre personaje, Sherlock Holmes. Empieza a publicarse por entregas en la revista Stand Magazine en 1901. Para esa época, Conan Doyle ya había asesinado a Holmes, cuyo cuerpo había desaparecido en la catarata de Reichenbach en Suiza... y sin embargo.
Dice Borges: “Lo soñó un irlandés, que no lo quiso nunca y que trató, nos dicen, de matarlo. Fue en vano. El hombre solitario prosigue, lupa en mano, su rara suerte discontinua de cosa trunca” (Los conjurados, 1985).

Pero, El sabueso de los Baskerville no revive al mítico detective, sino se trata un recuerdo de Watson de una aventura que transcurrió entre Estudio en Escarlata y El signo de los cuatro.

En esta breve novela se nota la madurez del autor, que desarrolla una historia sencilla de un caso complejo que Holmes resuelve, no sin cierta dificultad. Enreda al lector entre detalles que cobrarán mayor importancia al acercarse la resolución del caso y de insinuaciones irrelevantes que confunden y despistan.

En fin, El sabueso de los Baskerville, dota de una complejidad e importancia literaria al género detectivesco que mucho se ha infravalorado. Arthur Conan Doyle, inyecta seriedad artística a la novela de detectives y la ha elevado a la categoría de universal.
“Mis investigaciones se ciñen al pasado y al presente, pero es difícil responder de lo que pueda hacer un hombre en el futuro”.

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